El pasado es irrelevante

Deja de revivirlo

¿Cuántas veces te has sentido paralizado por una cagada que has hecho en el pasado?

Voy a ser más específico. Siempre que me he comportado de forma egoísta, no he cuidado una relación que me importaba o no he cumplido mi palabra, me he creado una mala imagen de mí mismo. Esto es un bucle que se retroalimenta: cuanto más crees que eres algo, más te comportas como tal, y acabas convirtiéndote en ese algo.

Has hecho algo de lo que te arrepientes, pero lo has hecho. Si dejas que eso perjudique la imagen que tienes de ti mismo, va a condicionar tus posteriores acciones, porque darás por hecho que tú ya eres esa persona.

Pues bien, déjame decirte que nada de lo que hayas hecho en el pasado determina lo que tú eres. NADA.

Si lo piensas, el pasado no existe.

Dicho de otra forma: el único que puede hacer que el pasado exista eres tú reviviendo lo que desapruebas, pero más allá de eso, no existe. Es como un mal sueño. Te despiertas y lo puedes dejar atrás.

Lo que tú eres no está determinado por lo que has hecho hasta ahora, sino por lo que vas a hacer desde el momento presente en adelante.

Esta es una idea increíblemente liberadora cuando las cadenas del pasado tiran de nosotros y no somos capaces de mirar más allá.

Esto aplica también en la otra dirección. Si solo basas tu identidad en las cosas buenas que has conseguido en el pasado, nunca vas a avanzar. Vives de las rentas, de lo que has hecho. Pero eso ya fue. Si sigues así no llegarás a evolucionar. Vivir del pasado va a impedir que vivas cada día como si fuese el primero. Y eso es imprescindible para seguir avanzando.

Te voy a decir tres ideas que me sirven para seguir mejorando:

1) Lo que has hecho no determina lo que eres.

2) Lo que vas a hacer sí determina lo que eres.

3) Ningún error que hayas cometido hace más probable que lo vuelvas a repetir.

Esto aplica también en el gimnasio. Dices que un grupo muscular es tu punto débil, por lo que no lo entrenas o no le pones ganas. Esto hace que quede cada vez más rezagado, como una profecía autocumplida.

Seguimos trabajando.